Mi madre ha estado siempre preocupada por la cantidad de horas que le he dedicado y dedico al squash cada día. A mis 38 años, tiene miedo de que mi cuerpo no aguante las exigencias de este adictivo deporte. Tanto es así que prácticamente me obligó a hacerme un examen médico que me repetiré cada 3 ó 4 años a partir de ahora, según recomendaciones del médico deportivo que me lo realizó.
El squash es uno de los deportes más exigentes físicamente, si no el que más. En 30 minutos se queman más calorías que en cualquier otro. Se involucran muchísimos músculos y articulaciones de nuestro cuerpo, y se recomienda una forma física previa considerable, aunque se puede obtener practicándolo con asiduidad. El ritmo cardíaco que se consigue es muy alto, alcanzando e incluso sobrepasando el umbral anaeróbico en varios momentos del partido. El umbral anaeróbico, para quien no lo sepa, es la zona de intensidad del ejercicio donde hay una demanda brusca de energía y por tanto se comienza a utilizar de manera mayoritaria la energía procedente de los hidratos de carbono por ruta anaeróbica, es decir, sin su oxidación completa, ya que esta ruta da energía de manera más rápida) en varios momentos de un partido.
En los años 90 el squash se ganó, injustamente como veremos a continuación, la penosa fama de ser un deporte de riesgo. Los accidentes cardiovasculares que sufrieron algunos jugadores en las pistas y que terminaron con la vida de alguno de ellos lacraron al squash con la negativa fama que hoy, afortunadamente, está perdiendo. En el fútbol han sufrido accidentes muchos jugadores, y no por ello tiene esa mala reputación. En la mayoría de los casos, se comprobó que los accidentados sufrían previamente lesiones cardiovasculares que propiciaron los incidentes. Cruzando violentamente un semáforo podrían haber sufrido el mismo camino.
La exigencia física del squash, lejos de suponer un riesgo para el cuerpo humano, aporta innumerables beneficios. Según un minucioso estudio realizado por la prestigiosa revista norteamericana FORBES en 2003, el squash es el deporte más sano que existe. Basándose en tres aspectos (consumo calórico, riesgo de lesiones y beneficios fisiológicos), y apoyándose en la opinión de expertos deportivos (entrenadores personales, fisiólogos deportivos y atletas), analizaron cada deporte, obteniendo el squash el primer puesto, el remo el segundo y la escalada el tercero. Por su similitud con el squash, el racketball aporta beneficios parecidos, si bien es algo menos exigente en cuanto a cambios de ritmo, aunque los partidos suelen tener mayor duración, por lo que el beneficio sobre el fondo físico puede ser mayor.
Es necesario que todos los que amamos este deporte difundamos estas conclusiones y atraigamos más aficionados a estos deportes.
